domingo, 5 de octubre de 2014

Una vez más aparece la idea de ir a alquilar una película sobre sexo explícito. Aunque Scott está en la secundaria, el empleado del negocio nunca le preguntó nada. Scott ha orado repetidas veces para vencer el impulso pero a medida que se acercaba al local en su interior se generaba un conflicto. Sabía que sus acciones desagradarían a Dios, sabía que después se sentiría avergonzado, sabía que se sentiría abochornado si sus padres llegaban a casa inesperadamente y lo encontraban dando rienda suelta a su fantasía. Pero algo más fuerte que él lo impulsa a ir a dicho negocio, como un adicto a la heroína. Al salir, ya estaba enganchado. Pero esa tarde, después de haber visto la película, volvió a sentirse avergonzado y culpable.

“Señor ¿Qué voy a hacer?” –exclamó. No le había confiado a nadie sus luchas internas y sus continuos fracasos en esa área. Se sentía débil y solo. Hasta Dios parecía estar distante e inalcanzable.

Scott entonces hizo lo que siempre hacía: escondió sus sentimientos y su culpabilidad muy dentro de sí siguió con la farsa del chico cristiano, puro y feliz. Por un tiempo su desesperación se calmaba y él se tranquilizaba hasta que el antiguo apremio regresaba y lo inducia nuevamente.
Tal vez en tu caso no sea ir alquilar una película, pero si has llegado al punto que puedas estar en la sala de tu casa, en tu cuarto, o aun en tu trabajo y están fantaseando con algo que no es real, sino que lo fábricas en tu mente, es como que estuvieras cocinando un pecado dentro de ti.

Muchos ven la fantasía sexual como una inofensiva autosatisfacción. Pero Dios quiere que nos abstengamos de ella por-por lo menos-por tres diferentes razones.

Primera, siguiendo la enseñanza de Jesús en Mateo 5:27-28, la inmoralidad sexual de la mente acarrea el mismo peso que la inmoralidad sexual de la carne.

“Oíste que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en el corazón.”

Puede que seas capaz de evitar la vergüenza personal, el escándalo público o las posibles enfermedades de una relación de pareja. Pero ante los ojos de Dios, una relación en la mente es igual que una en la realidad. Es una violación a la pureza moral.

Segundo, de acuerdo con Santiago 1:14-15, la inmoralidad sexual mental puede inducir a un acto sexual inmoral:

“Cada uno es tentado cuando se deja arrastrar y seducir con sus propios malos deseos. Después, cuando el deseo ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado ha llegado a su madurez, da a luz la muerte.”

 En una oportunidad leía sobre este pasaje y muchas veces Dios nos está advirtiendo que nuestro pensamiento es malo, pero cuando no obedecemos y continuamos con esos malos deseos, Dios nos entrega a espíritu engañoso y a veces podemos ver que no es tan malo, sin darnos cuenta que nuestra pureza se va perdiendo cada día más. Puede que creas que tu pecado está a buen resguardo en tu interior, pero “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34) La semilla que se siembra y se nutre en el corazón, a su tiempo germinará en su hecho.

Tercero, la fantasía sexual despersonaliza al sexo y degrada a la persona. Para la persona que tiene fantasías sexuales, solo busca la manera de gratificarse a sí mismo. Viendo a las personas del sexo opuesto solo como objetos de satisfacción personal, lo cual va encontrar de lo que la Biblia enseña, con respecto a amar a los demás como a nosotros mismos y tratarlos de la manera que nos gustaría que nos trataran.

Recuerda que Dios ha establecido límites para darte la mejor vida sexual que sea posible dentro del matrimonio. Recuerda ¡El te ama! Si estas luchando con fantasía en tu mente, hoy es tiempo para que busques ayuda, si es posible que tus pensamientos sean limpiados, busca hoy la ayuda y no tardes más.

Cortesia: http://blog.libresencristo.org/

PUBLICADO POR: FRANCISCO PORTILLO
Soy una persona dependiente de la gracia y la fortaleza de Dios desde que reconocí que sin él no soy absolutamente nada, Jesús se ha convertido en mi caminar y en el centro de toda mi existencia, todo se lo debo a él.

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