y para
dar su vida en rescate por muchos.
Marcos
10:45
NO hay idea alguna en la Biblia de que a
Satán había que pagarle para dejar que los pecadores fueran salvos. Lo que
recibió Satán cuando Cristo murió no fue un pago, sino una derrota. El Hijo de
Dios se hizo humano «para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio
de la muerte, esto es, al diablo» (Hebreos 2: 14). No había negociación.
Cuando Jesús dice que Él vino «para dar su
vida en rescate», la cuestión no es quién recibe el pago. El enfoque está en su
propia vida como el pago, y en su libertad en servir más bien que en ser
servido, y en los «muchos» que se beneficiarán del pago que Él hace.
Si preguntamos quién recibió el rescate, la
respuesta bíblica seguramente sería Dios. La Biblia dice que Cristo «se entregó
a sí mismo por nosotros, [como una] ofrenda... a Dios» (Efesios 5:2). Cristo
«se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios» (Hebreos 9:14). La total necesidad de
que un sustituto muriera en nuestro favor es porque todos hemos pecado contra Dios
y estamos destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Ya causa de nuestro
pecado, «todo el mundo [está] bajo el juicio de Dios» (Romanos 3:19). Así que
cuando Cristo se ofrece a sí mismo como rescate por nosotros, la Biblia dice
que estamos libres de la condenación de Dios. «Ahora, pues, ninguna condenación
hay para los que están en Cristo Jesús» (Romanos 8:1). La última cautividad de
la cual necesitamos liberarnos es el final «juicio de Dios» (Romanos 2:2,
Apocalipsis 14:7).
El precio del rescate en esta liberación de
la condenación de Dios es la vida de Cristo. No necesariamente la vida que
vivió, sino la vida que entregó en su muerte. Jesús dijo repetidamente a sus
discípulos, «El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le
matarán
» (Marcos 9:31). En realidad, una de las
razones por las que a Jesús le gustaba llamarse «el Hijo del Hombre» (más de
sesenta y cinco veces en los Evangelios) era que este título tenía un aura de mortalidad.
Los hombres pueden morir. Es por esto que Él tenía que ser uno de ellos. El
rescate podría ser pagado únicamente por el Hijo del Hombre, porque el rescate
era una vida entregada a la muerte.
El precio no lo pagó a la fuerza. Eso es lo
que señalaba al decir: «El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para
servir». El no necesitaba ningún servicio de nosotros. Él era el dador, no el
receptor. «Nadie me... quita [la vida], sino que yo de mí mismo la pongo» (Juan
10:18). El precio lo pagó libremente; no fue forzado. Lo cual nos trae otra vez
a su amor. Él escogió voluntariamente
Rescatarnos al costo de su vida.
Fuente: La Pasión de Jesucristo (John Piper)
Encuentra el mensaje Anterior en el siguiente enlace: Para Cancelar las demandas de la Ley Contra Nosotros
PUBLICADO POR: FRANCISCO PORTILLO
Soy una persona dependiente de la gracia y la fortaleza de Dios desde que reconocí que sin él no soy absolutamente nada, Jesús se ha convertido en mi caminar y en el centro de toda mi existencia, todo se lo debo a él.Si has encontrado útil este artículo puedes compartirlo desde tu blog, página Web o foro.
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