miércoles, 12 de marzo de 2014

Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran
Pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra
Buena para que hagáis su voluntad.
Hebreos 13:20-21

La muerte de Cristo no precede meramente a su resurrección: fue el precio que la obtuvo. Por eso Hebreos 13:20 dice que Dios lo resucitó de los muertos «por la sangre del pacto eterno». La «sangre del pacto» es la sangre de Jesús. Como Él dijo: «Esto es mi sangre del… pacto» (Mateo 26:28). Cuando la Biblia habla de la sangre de Jesús, se refiere a su muerte. No se lograría la salvación por el mero desangramiento de Jesús. Su desangramiento hasta morir es lo que hace crucial su derramamiento de sangre.

Ahora, ¿qué relación existe entre este desangramiento de Jesús y la resurrección? La Biblia dice que resucitó no simplemente después del derramamiento de sangre, sino por ella. Esto quiere decir que lo que la muerte de Cristo logró fue tan pleno y tan perfecto que la resurrección fue el premio y la vindicación del logro de Cristo en la muerte.

La ira de Dios se satisfizo con el sufrimiento y la muerte de Jesús. La maldición santa contra el pecado quedó totalmente absorbida. La obediencia de Cristo se completó en toda su medida. El precio del perdón fue totalmente pagado. La justicia de Dios fue totalmente vindicada. Lo único que quedaba por lograr era la pública declaración de la aprobación de Dios. Esta la dio levantando a Jesús de entre los muertos.

Cuando la Biblia dice: «Si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados» (l Corintios 15:17), el punto no es que la resurrección es el precio pagado por nuestros pecados. El
Punto es que la resurrección demuestra que la muerte de Jesús es un precio totalmente suficiente. Si Jesús no se hubiera levantado de entre los muertos, su muerte hubiera sido un fracaso, Dios no hubiera vindicado su logro de llevar nuestros pecados, y estaríamos aún en ellos.

Pero en realidad «Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre» (Romanos 6:4). El éxito de su sufrimiento y su muerte fue vindicado. Y si ponemos nuestra confianza en Cristo, no estamos aún en nuestros pecados. Porque «por la sangre del pacto eterno», el Gran Pastor ha resucitado y vive para siempre.

Fuente: La Pasión de Jesucristo (John Piper)
Encuentra el mensaje Anterior en el siguiente enlace: Para Aprender Obediencia y Ser Perfeccionado

PUBLICADO POR: FRANCISCO PORTILLO
Soy una persona dependiente de la gracia y la fortaleza de Dios desde que reconocí que sin él no soy absolutamente nada, Jesús se ha convertido en mi caminar y en el centro de toda mi existencia, todo se lo debo a él.

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