lunes, 10 de marzo de 2014


Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento.
Isaías 53:10

Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros,
Ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
Efesios 5:2

Jesús no forcejeó con su airado Padre y lo echó al suelo del cielo para sacarle la fusta de su mano. No lo forzó a ser misericordioso con la humanidad. Su muerte no fue el consentimiento de mala
Gana de Dios de ser indulgente con los pecadores. No, lo que Jesús hizo cuando sufrió y murió fue idea del Padre. Fue una estrategia asombrosa, concebida aun antes de la creación, a la vez que Dios concebía y planeaba la historia del mundo. Por esto es que la Biblia habla del «propósito...
 Y la gracia [de Dios] que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos» (2 Timoteo 1:9).  
Ya en las Escrituras judías el plan se desarrollaba. El profeta Isaías predijo los sufrimientos del Mesías, quien iba a tomar el lugar de los pecadores. Dijo que el Cristo sería «herido de Dios» en nuestro lugar.

Ciertamente llevó el nuestras  enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros lo tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido por nuestras rebeliones, molido  por nuestros pecados;  el castigo de nuestra paz fue sobre él  Y por su llaga fuimos nosotros curados... Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros (Isaías 53:4-6).

Pero lo que es más asombroso acerca de esta sustitución de Cristo por los pecadores es que ésta fue idea de Dios. Cristo no interfirió en el plan de Dios de castigar a los pecadores. Dios planeó que Él estuviera allí. Un profeta del Antiguo Testamento dice: «Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento» (Isaías 53: 10).

Esto explica la paradoja del Nuevo Testamento. Por una parte, el sufrimiento de Cristo es una efusión de la ira de Dios a causa del pecado. Pero por otro lado, el sufrimiento de Cristo es un acto hermoso de sumisión y obediencia a la voluntad del Padre. Por eso Cristo gritó desde la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» (Mateo 27:46). Y sin embargo la Biblia dice que el sufrimiento de Cristo fue una fragancia para Dios: «Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante» (Efesios 5:2).

¡Oh, que podamos adorar la terrible maravilla del amor de Dios! Esto no es sentimental. Esto no es sencillo. Por nosotros Dios hizo lo imposible: vertió su ira sobre su propio Hijo, cuya sumisión lo
Hizo infinitamente desmerecedor de recibirlo. Sin embargo, la misma disposición del Hijo por recibirla fue preciosa a los ojos de Dios. El portador de la ira era amado infinitamente.

Fuente: La Pasión de Jesucristo (John Piper)
Encuentra el mensaje Anterior en el siguiente enlace: Para Absorber la Ira de Dios

PUBLICADO POR: FRANCISCO PORTILLO
Soy una persona dependiente de la gracia y la fortaleza de Dios desde que reconocí que sin él no soy absolutamente nada, Jesús se ha convertido en mi caminar y en el centro de toda mi existencia, todo se lo debo a él.

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