sábado, 30 de noviembre de 2013

John MacArthur

Una buena regla para explicar cualquier parábola es mantener el enfoque en la enseñanza principal. Mo es buena idea tratar de sacar ventaja de todo detalle incidental en la parábola. Los teólogos medievales eran conocidos por eso. Ellos podrían disertar durante horas sobre los mínimos particulares de toda parábola, tratando de encontrar significados muy detallados, simbólicos y espirituales en cada característica de la historia…mientras en ocasiones prácticamente hacían caso omiso al punto central de la parábola. Esa es una manera peligrosa de manejar cualquier pasaje bíblico. Pero es especialmente fácil caer en el error cuando se trata de interpretar las varias figuras retoricas en la Biblia. Las parábolas son claras y deliberadamente metafóricas, pero no son alegorías, en que cada detalle tiene alguna clase de simbolismo. Una parábola es una simple metáfora o símil transmitida en forma de historia. Es en primer lugar una comparación. “El reino de los cielos es semejante a…” (Vea, por ejemplo, Mateo 13.31, 33,44-45,52; 20.1, 22.2).

La palabra parábola se transcribe de un vocablo griego que habla literalmente de una cosa que se pone al lado de otra con el fin de señalar la semejanza o de hacer una importante asociación entre las dos cosas. Es una forma literaria básica con un propósito muy específico: hacer una analogía enfocada a través de una interesante historia o descripción vivida. Los comentaristas de las parábolas siempre harán bien en tener eso en mente y tratar de no buscar simbolismos complejos, varias interpretaciones, o enseñanzas recónditas en los detalles periféricos de las parábolas.

Debido a la riqueza de sus pormenores, la parábola del hijo prodigo quizás ha estado sometida a mas interpretaciones imaginativas que cualquier otra. He visto comentaristas que pasan una página tras otra hablando del supuesto significado espiritual y alegórico de características tales como sobras para cerdos (símbolo de pensamientos diabólicos, según un escritor), el anillo que el padre pone en el dedo del hijo (una imagen grafica pero esotérica del ministerio de la trinidad, si aceptamos las cavilaciones de otro comentarista), o el calzado en los pies del hijo prodigo (estos representan el evangelio, como insiste otro exegeta, apoyándose en Efesios 6.15).

Como método de interpretación bíblica, esa clase de alegorización se ha empleado para crear más confusión acerca del sencillo significado de la Biblia que cualquier otro recurso hermenéutico. Si usted puede decir con libertad que esto en realidad significa eso, y que algo es símbolo de algo mas, sin basarse en claves contextuales sino inventadas totalmente en la imaginación del expositor, y especialmente si usted está dispuesto a hacer eso con explicaciones exhaustivas de cada detalle en la narración bíblica, entonces a la larga puede hacer que la Biblia signifique algo que usted decida.

Inventar interpretaciones extravagantes y alegóricas no es un enfoque valido para explicar ninguna porción bíblica, y los elementos obviamente figurados en una parábola no cambian las reglas de exegesis ni nos dan licencia para inventar interpretaciones. Es más, al manejar el simbolismo de una parábola es particularmente importante mantener en enfoques claros el punto principal y el contexto inmediato, y no dar rienda suelta a imaginaciones estrambóticas.

PUBLICADO POR: FRANCISCO PORTILLO
Soy una persona dependiente de la gracia y la fortaleza de Dios desde que reconocí que sin él no soy absolutamente nada, Jesús se ha convertido en mi caminar y en el centro de toda mi existencia, todo se lo debo a él.

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